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No
sólo en artes, las otras materias tiene también su potencial para utilizar los colores
dentro de su metodología.
Tras
buscar distintas formas de aplicar la teoría del círculo cromático encontré una
en que puedo vincular una utilidad práctica con una que agrade a mi estado de
ánimo. Simplemente comencé a utilizar colores para identificar mi agenda de
deberes y actividades.
Este
método me ayudo a sentirme más organizada y a vincular los colores a mi vida diaria.
Colores fuertes y vibrantes: Muchos asocian los colores fuertes a las emociones.
Están en lo correcto. Los colores fuertes como el rojo, naranja y amarillo
implican que algo emocionante o de rigor viene por ahí. Es por ello que los utilizo
para marcar los exámenes y actividades que implicarán un chispazo. Es una
forma de alentarme a prender los motores al máximo y lograr mis objetivos.
Colores de calma y sosiego: El violeta o morado, el verde (en todas sus
variantes) y muchos tonos de azul, son colores de calma y tranquilidad. Suelo
marcar con estos tonos mis tareas más relajadas. Como suelo dividir en tres
partes mis asignaciones de larga duración, utilizo la variación en los tonos
para acentuar lo cercana que pudiese estar la entrega sin olvidar que es un
trabajo suave que implica sólo un poco de dedicaron y detalle.
Multicolores en acción: En muchas ocasiones mi técnica de multicolores me ayudó
a sentirme animada con actividades extra curriculares. Si tenemos una actividad
al aire libre, una excursión, un paseo, o una juntadera, suelo hacer prácticamente
un dibujo del recordatorio. Como siempre me ha encantado el arte, era una forma
de expresarme a mi antojo.
La
verdad que al final de cada periodo mi agenda parece que un arcoiris con todo y
duende explotó en su interior. La mejor sensación es tener un recordatorio tan
cool de mis años en la escuela.